Cuando los policias pretenden agilizar el flujo vehicular lo único que consiguen es desquiciarlo.
¿Qué no habrá autoridad que tenga dos dedos de frente y se dé cuenta de eso?

En cualquier caso, nunca deberías recorrer más de 500 kilómetros sin echarle un vistazo. Si eres de los que sólo se acuerdan cuando truena; o lo que es lo mismo, cuando se enciende en el "tablier" una lucecita roja con la silueta de una aceitera blanca al fondo, posiblemente, sea ya demasiado tarde...
En las 4T, el testigo del aceite se enciende cuando el circuito de engrase se queda sin presión. En ese caso, hay que parar inmediatamente el motor, aunque sólo hayas visto un pequeño y momentáneo destello. Nos quedamos sin presión porque: Los lodos del aceite han taponado algún conducto del circuito de engrase; raro, -aunque ha pasado en algunas XR600 no demasiado bien mantenidas-. Se ha roto la bomba de engrase todavía más raro -aunque no imposible-. O nos hemos quedado sin gota de aceite -lo más probable-. En este último caso, deberías saber que hasta llegar a ese punto, el motor ha trabajado durante bastantes kilómetros con el nivel de aceite muy por debajo del mínimo. Tras ese episodio y en el supuesto de que siga "vivo", puedes estar seguro de que habrás acortado sensiblemente la vida útil al motor.
Todos sabemos que el aceite trabaja recubriendo los elementos móviles hasta formar una película que minimiza las fricciones y evita las roturas. Pero además, el lubricante, mejora la potencia reduciendo las pérdidas por rozamientos, protege el motor contra la corrosión y la oxidación, amortigua los ruidos internos y colabora activamente con el sistema de refrigeración. Muchas piezas sometidas a altísimas temperaturas de trabajo (guías de válvulas, faldas de pistones, pies de biela, etc.) a las que el elemento refrigerante (agua o aire) no es capaz de llegar convenientemente, se sirven del aceite para aliviar el calor. Actualmente es difícil encontrar motores de alto rendimiento sin un radiador de aceite. Incluso se montan inyectores en la parte inferior de los cilindros para dirigir chorros de aceite frío a zonas especialmente calientes cómo el interior de la cabeza de los los pistones. El lubricante no sólo engrasa.
Si tus desplazamientos habituales no se pueden compartir con otras personas y no te resulta fácil caminar; pedalear o utilizar el transporte público, una motocicleta podrían ser una buena opción.
Comparada con un auto, ocupa mucho menos espacio, es más fácil de estacionar y emite menos dióxido de carbono.
En la ciudad, las motos constituyen la opción más ecológica, ya que por lo general tienen motores más pequeños.
Al igual que sucede con los autos, la eficiencia de consumo de las motos puede variar, así que debes comprobar las cifras cuando elijas un modelo.
De los ministros de gobernación que nos ha tocado aguantar (y mantener) durante los últimos dos años, ninguno como Salvador Gándara para ponerse, solito él, las orejas de burro.
Y de las burradas que cometió (para qué hablar de sus amagues de pastor cachureco al prohibir el uso de minifaldas, o de sus movidas turbias entre malversación de fondos, transferencias anómalas y demás señalamientos de corrupción), ninguna como la “ideota” de promulgar aquella ley, todavía vigente, de no permitir que viaje más de una persona en cada moto, dizque para disminuir así el índice de homicidios.
Sólo a un ignorante, enajenado de las verdades que se respiran en la calle y ajeno a las asfixias económicas que sufre la mayoría de personas que trabajan en la ciudad (aunque vivan lejos, lejos), puede ocurrírsele semejante atropello: como si usar moto fuera asunto exclusivo de sicarios… y de mensajeros, y de repartidores, y de vanidosos que sacan a pasear su pedorra Harley los fines de semana, y de devotos de Esquipulas miembros de la caravana del Zorro.
Como si la economía de miles de familias que habitan en la periferia de la capital no dependiera de la moto como medio de transporte para llevar y traer al conductor, a la esposa y hasta a los hijos. Como si la alternativa de subirse en un bus no fuera más complicada (horarios, rutas, trasbordos, duración de los trayectos) y, para colmo, a veces tan riesgoso como ponerse una pistola en la cabeza y jugar a la ruleta rusa.
¿Resultados? Los asesinatos nunca disminuyeron, los motoristas se pasan la susodicha ley cada vez más por el culo y los policías contribuyen a la causa haciéndose de la vista gorda.
Qué comprar: La elección de la motocicleta debe basarse en le uso que usted piensa darle. Si va usar la moto en los caminos comunes y para viajar en la ciudad, le conviene comprar una caminera aunque no luzca tan esplendorosa com las de carrera o de pruebas. Si quiere aventurarse en los caminos y senderos del campo, compre una moto más solida que también le servirá para la ciudad. No adquiera una moto más grande y pesada de lo que necesita, pues se verá en dificultades para moverla.
Denominación del modelo BMW G 450 X
La denominación G simboliza una nueva generación de motocicletas deportivas del segmento de cilindradas medias y bajas que se distinguen por sus materiales ligeros, manejo sencillo, estabilidad de marcha y características de conducción seguras.
La propulsión se centra en motores monocilíndricos potentes, refinados, fiables y económicos.
Durante el mes de diciembre es tradición para algunos negocios obsequiar almanaques a sus clientes: ferreterías, gasolineras, talabarterías, peleterías, farmacias, restaurantes y hasta surtidoras de abarrotes recurren casi siempre a fotografías de motivos trillados que pueden incluir ya sea arreglos florales, bodegones con comida, niñas y niños rubios o paisajes alpinos mostrando manantiales y cascadas que lucen tan ajenos, lejanos e imposibles como el jardín del Edén.
Pero nada como los almanaques que dan en las aceiteras, los pinchazos y los talleres mecánicos para despacharlo a uno con tremendas chavotas de destacados bultos, escasa ropa, atrevida mirada y complaciente sonrisa. A este tipo de almanaques-calendarios yo les llamo, más bien, calentarios.
A veces llegamos a acumular demasiados de ellos. Tantos, que ya no sabe uno donde colocarlos, ante lo cual queda siempre la posibilidad de sacarles raja como atractivos forros para los cuadernos, o como pósters que se cuelgan en la pared ya sin el estorbo de las hojas que marcan el paso de los días, las semanas y los ciclos lunares.
Entonces nos sorprendemos atesorando aquellas fotos a todo color como si fueran únicas en su género, talvez porque en el fondo sí nos resultan algo exótico, fuera de lo normal, igual de lejano que las niñas y niños rubios, igual de ajeno que los manantiales y cascadas de los paisajes alpinos e igual de imposibles que el sueño de recobrar el paraíso perdido.
Las feministas nos recuerdan que, al consumir estas imágenes, estamos haciendo de la mujer una mercancía y de su cuerpo un objeto de deseo. Caro paga uno la ofensa por abrazar fantasías eróticas; después de soñar con un pedazo de papel, las mujeres de carne y hueso que vemos a nuestro alrededor ya no nos estimulan lo mismo que antes...
...a menos que tengan las mismas medidas.